domingo, 5 de enero de 2025

Entrevista a un motochorro

 El barullo se oye en casa pasillo del penal. Gritos vulgares de gente que paga por algún crímen denota hostilidad contra mi persona.

Hoy me tocaba entrevistar a B. Un joven de 18 años que roba desde los 13 años y está condenado a 25 años por 35 robos con arma de fuego y dos homicidios.

Llegó a su celda y el está sentado en una silla con las manos esposadas y una actitud soberbia.

Periodista: Buenos días, B.

B: ¿Qué onda, perro? (Con tranquilidad)

Periodista: ya han 3 meses desde tu condena, ¿Cómo lo venís manejando?

B: Y corte que recién caigo, amigo. Alto garrón la verdad. Pero fui re logi.

P: ¿Sentís remordimiento?

B: ¿Qué es eso? No te entiendo.

P: Si te arrepentís.

B: ah, ni a palo, amigo. Yo hago la mía siempre.

P: pero mataste a dos personas, ¿eso no te jode?

B: ni ahí, perro. Se lo merecían seguro.

P:¿Por qué?

B: y... Uno porque no me quiso dar el celular, le rompí la cabeza (hace una rusa burlona) y el otro, porque me puso una cara fea, cuando le robe.

P: Bueno un homicidio nunca se justifica, me parece.

B: y que sé yo, gato. (Con sonrisa cínica)

P: ¿Qué les dirías a los familiares de tus víctimas, si los tuvieras acá ahora?

B: lástima a nadie (con sorna)

P: te condenaron a muchos años, pero no a perpetua. ¿Que planes tenés para cuando salgas?

B: primero ir a ver a mi guacho, ahora es un guachín de 1 año. Después voy a salir de gira, amigo. Y voy a seguír robando. 

P: ¿No crees que tus objetivos puedan cambiar?

B: ni ahí. Además, el que nace chorro, muere chorro, compa.

Se acerca un efectivo del servicio penitenciario y me notifca que debo retirarme. Que ya no hay tiempo.

Me levanto me despido de B. Y este me dice que me cuide porque estoy re fichado.

sábado, 4 de enero de 2025

Father to son

 Edgardo tomo una pluma, un tintero y una hoja; y comenzó a escribir.

"Querido hijo: Cuando seas más grande, recibirás esta carta. En esta habrá algunas instrucciones muy simples y loables. Primero, ama a tu madre por encima de toda persona, ella te dió la vida y fue quien te dió tu primera educación; ella es la persona que más te ama y será la más fiel compañía que tendrás, ella estará allí para tí en las buenas y en las malas. Ámala más que a mí, inclusive. Segundo, disfruta de cada etapa de tu educación. La escuela es más que una institución, es tu segundo hogar donde compartirás tiempo con tu segunda familia: los docentes y tus amigos. Allí aprenderás más que los contenidos de distintas ciencias, aprenderás a ser un ciudadano responsable, un ser social y terminarás de moldear tu carácter. Tercero, no te presiones para encontrar a esa persona especial que te acompañará el resto de tu vida, te aseguro que ella llegará en su debido tiempo, y será tu responsabilidad tratarla con cariño, amor, respeto y confianza. Todos tenemos a nuestra media naranja. Tu madre, por ejemplo, es mi media naranja y la amo con todas las virtudes que ya te he mencionado y planeo dar mi postrero suspiro a su lado. Cuarto, nunca juzgues a las personas que te cruces en tu vida. Todos cometemos errores, desde una pequeña tontería hasta la más grave de todas. Es de sabio, perdonar, por otro lado es de zafiro juzgar y/o criticar.

Eso es todo hijo, quizás algún día tendrás que escribir una carta para tu hijo, también y allí agregaras nuevas instrucciones o las mismas, pero mejoradas.

Te amo mucho, nunca dudes de eso.

Con cariño 

Tu papá, Edgardo..."

Luego, Edgardo secó sus lágrimas, apagó la vela y se fue a dormir.

Sábado 4 de Enero del año 2025

Un sábado tranquilo, con una temperatura cálida pero no agobiante, nos brindó aquel día el dios tiempo.

Me pareció un día propicio para coger una de las Ecobicis de la ciudad de Buenos Aires y dar una vuelta tranquila.

Antes de ello, hice una breve visita a mi tía Silvia, a quien quiero mucho. Charlamos sobre nuestro proyecto de baile y le hice un masaje.

Luego salí a buscar a mi pareja para ir por una bicicleta. Las Ecobicis de Espinosa estaban todas rotas y bloqueadas, así que fue necesario ir a la parada de Paysandú y Tres Arroyos, donde nos esperaban dos bicicletas en un estado aceptable.

La pedaleada comenzó a velocidad tranquila por la bicisenda de Tres Arroyos. Había poco movimiento, tanto de bicis como de autos. Se auguraba una buena ruta.

Hicimos una breve parada en el centro cultural "Chimera" para ver su mágica biblioteca al paso, símbolo de cultura y solidaridad. Con regocijo observé que habían donado nuevos libros. Ese día no tomé ni dejé ninguno, pero fui testigo de que la biblioteca seguía rebosante de vida y sabiduría.

Después de esa parada, continuamos el viaje por la bicisenda hasta doblar en la calle Padilla rumbo al parque Centenario, nuestro destino.

Al llegar, dejamos las bicicletas en la parada del parque Centenario y fuimos a los puestos de libros para echar una mirada.

Ya en el primer puesto vi dos libros que me llamaron la atención, así que los compré: ambos de la Colección Austral, La Posaderas, de Carlos Galdoni, y Electra | Ifigenia en Táuride | Las Troyanas, de Eurípides.

Siguió nuestra caminata hasta el último puesto, que daba a una de las tantas entradas al parque, y allí compré otro pequeño libro: Los crímenes de la calle Morgue y otros cuentos, de Edgar Allan Poe (el primer libro de este autor que entra en mi biblioteca).

Se acercaba el mediodía y nuestros estómagos comenzaron a reclamar su rutinaria veleidad. El hambre nos atacaba con intensidad, pero aún teníamos que comprar la riñonera para mi tío Huguito.

Nos dirigimos hacia la feria, puntualmente al puesto de riñoneras, y adquirí una humilde pero bella riñonera camuflada verde.

Ya a esa altura, estábamos famélicos y caminamos en dirección a Ángel Gallardo para buscar un lugar donde comer. Hacía mucho que no comíamos afuera. Caminamos hasta el Cid Campeador. Antonino no nos convenció, mucho menos la parrilla que allí cerca desprendía su perfume a carne asada. Cruzamos varios locales más y el hospital Durand (donde la vida cumplió su capricho de traerme a este mundo). Al final, comimos en el local de Mostaza que está en una esquina frente al parque. Allí pedimos dos hamburguesas con cheddar, dos gaseosas y dos papas fritas. Panza llena, corazón contento. Muy cierto ese refrán.

Más tarde, luego de esperar a que baje un poco la comida, buscamos otras bicicletas y emprendimos el retorno a casa. Tomamos un camino alternativo que nos llevó por Aranguren, Honorio Pueyrredón y Felipe Vallese, donde encontramos otra bicisenda.

Después de diez minutos pedaleando, hicimos una parada para sacarnos una foto, ya que descubrimos la calle Bernal, lo que nos causó gracia porque los padres de Juli viven en la localidad de Bernal, en la zona sur del conurbano bonaerense.

Continuamos por Vallese y luego por Pujol, donde, después de unas cuadras, dejamos las bicis en una parada cercana. Fuimos a un kiosco a comprar una bebida energizante bien fría (a esa altura del día ya nos afectaba el calor) y finalizamos nuestro paseo caminando directamente al departamento de la calle Batalla del Parí.