sábado, 29 de junio de 2024

Dualidad, poema delirante I

 Soy un río de sentires,

soy congoja y regocijo.

Los rayos del gran astro

me iluminan y dan cobijo.


Cuento arena en el desierto;

pierdo el tiempo con lamentos

tengo sed y mucho miedo

estoy perdido en pensamientos.


tristemente mi vida es corta,

y estoy enfermo de la aorta.

Excesos y deleites de mala prez

aceleran mi partir ¡ay cuánto estres!



domingo, 9 de junio de 2024

Relato de mi barrio.

Soñador de Valentin Alsina toca tu guitarra  algunas milonguitas o un valsesito para las bellas chicas; tienes una sonrisa privilegiada en un barrio de desdentados, argentina sonrisa que brilla y brilla a la luz de la luna llena.
Tu cabello lacio y largo hasta los hombros danza al ritmo de la leve brisa; tus celestes ojos buscan un motivo para empezar una familia, pero no lo encuentra; porque tu deseo es ser por siempre guitarrista ambulante, contagiar de tu música a cada plaza de la Argentina.
Caminando por la calle Paraguay te cruzas a tu amigo el panadero, Don Jaime.
-Buenos días don Jaime, ¿podría guardarme unos bizcochitos para el mate?
-¡Cómo no, Gorka!
Y así tu sigues tu camino hacia la plaza de la Tuyutí. 
Al llegar, sacas tu guitarra, tu fiel compañera, y comienzas a acariciar las cuerdas, acordes mayores y menores, disminuidos y sostenidos surgen desde lo más profundo de sus almas.

"¿Dónde está mi barrio, mi cuna querida?
¿Dónde la guarida, refugio de ayer?
Borró el asfaltado, de una manotada,
la vieja barriada que me vio nacer"

Tu canto y el de tu guitarra llega a un viejo linyera, que olvidó el frío que padecía y se puso a bailar.
-Lara lara lara. Tarareó el linyera el hermoso tango del Puente Alsina.
Una joven transeúnte ve esta escena, con curiosidad; se acercó a ellos para sumarse a bailar.
-Perdonen mi inexperiencia, solo lo básico sé. 
-No pasa nada, piba. ¡Vos seguime y disfruta!
-Lara lara lara. comenzaron a tararear a la par, la piba y el linyera, el hermoso tango del Puente Alsina.


"En la sospechosa quietud del suburbio
la noche de un triste drama pasional
y, huérfano entonces, yo, el hijo de todos,
rodé por el lodo de aquel arrabal."

Dos estudiantes del San Juan muy cerca caminan y con risas burlonas se acercan a las improvisada milonga.
-¿Podemos unirnos al baile? Preguntó el más caradura de los dos, con mofa.
-¡Por supuesto, pebete! respondió el linyera, con la más pura inocencia.
-Pero somos dos pibes, qué lástima. Dijo con sarcasmo, el segundo del San Juan.
-No pasa nada, entre hombres tambien se baila. respondió la piba, con una coqueta sonrisa.
Ellos, ruborizados, se prenden a bailar.
-Lara lara lara. los cuatro tararean, con regocijo, el hermoso tango del Puente Alsina.

"Puente Alsina, que ayer fuera mi regazo,
de un zarpazo la avenida te alcanzó...
Viejo puente, solitario y confidente,
sos la marca que, en la frente,
el progreso le ha dejado
al suburbio rebelado
que a su paso sucumbió."

La plaza es una fiesta, con el soñador y su guitarra, el linyera y la piba, y los estudiantes del San Juan.
Un vecino de la cuadra a su perro pasea y ve a lo lejos el baile, en el medio de la plaza.
-Vamos Cipión, nos tenemos que acercar. 
Y ambos se acercaron con intenciones de bailar, el hombre el dos por cuatro y el perro Cipión el baile de saltar.
-Disculpen, mi perro y yo nos queremos sumar.
-Sí chabón, el pichicho y vos se pueden sumar. respondió uno de los estudiantes del San Juan.
Y algo desordenados, el vecino y el perro Cipión se sumaron fuera de compás.
-Lara lara lara. Todos tararean el hermoso tango del Puente Alsina.

"Yo no he conocido caricias de madre...
Tuve un solo padre que fuera el rigor
y llevo en mis venas, de sangre matrera,
gritando una gleba su crudo rencor."

Militantes peronistas de una marcha volvían y pasaron a unos metros de la milonga del Tuyutí.
Sin permiso sus cosas apoyaron y con movimientos alegres se unieron a bailar.
-¡Viva Peron! gritó su lider, con un tono pasional.
-¡Bienvenidos sean todos, compañeros! Grito el dueño de Cipión.
-Y aquí de política que no se haya de hablar. Este baile es solo para las penas olvidar. Dijo el linyera, sonriente.
-Lara lara lara. A coro tararean el hermoso tango del Puente Alsina.

"Porque me lo llevan, mi barrio, mi todo,
yo, el hijo del lodo lo vengo a llorar...
Mi barrio es mi madre que ya no responde...
¡Que digan adónde lo han ido a enterrar!"

Doblando en la esquina apareció un grupo radical, observando el panorama reconocieron a su grupo rival.
No obstante, allí estaba el soñador de Valentin Alsina y su guitarra; y con mucha carisma y magia, una pugna evitó; con un elocuente ademán los invitó a bailar, en esa preciosa milonga barrial.
Olvidando sus diferencias se pusieron a bailar, mezclados con los peronistas. Y con risa y alegría todos juntos tararean:
-Lara lara lara. Y el hermoso tango del Puente Alsina llegó a su final.
Todo era regocijo y amistad; El linyera, la piba, los estudiantes del san juan, el vecino y su perro Cipión, los peronistas y los radicales charlaban animadamente y con ojos iluminados vitorearon al soñador:
-¡Otra, otra otra!
Pero el soñador tiene otro plan. Con su mano levantada se despidió de los demás.
-Qué alegría tan grande me dieron, muchas gracias, de verdad.
Y emprendió su camino con direccion al azar.
El día es joven, el sol está en lo más alto. Sonriente reparte su calor a todo lo que tiene vida.
El soñador, guitarrista y galán, misterioso y virtuoso, silencioso y sagaz.
Reflexiona sobre su vida y su próxima aventura.
"Fue una linda experiencia en la plaza del tuyutí, aunque no gané un mango. ¿Qué más da? generé tal unión, tal alegría y tal fiesta que todo lo material no tiene sentido alguno, la biyuya no vale ni un ápice en comparación de lo que toda esa gente me dió. Ojalá en la próxima plaza, logre similar experiencia."

Elogio Sentimental Del Acordeon de Pio Baroja / Pequeño diálogo entre Nievecita y su tío

¿No habéis visto, algún domingo al caer de la tarde, en cualquier puertecillo abandonado del Cantábrico, sobre la cubierta de un negro quechemarín, o en la borda de un patache, tres o cuatro hombres de boina que escuchan inmóviles las notas que un grumete arranca de un viejo acordeón?
Yo no sé por qué, pero esas melodías sentimentales, repetidas hasta el infinito, al anochecer, en el mar, ante el horizonte sin límites, producen una tristeza solemne.
A veces, el viejo instrumento tiene paradas, sobrealiento de asmático; a veces, la media voz de un marinero le acompaña; a veces también, la ola que sube por las guardas de la escalera del muelle, y que se retira despues murmurando con estruendo, oculta las notas del acordeón y de la voz humana; pero luego aparecen nuevamente, y siguen llenando con sus giros vulgares y sus vueltas conocidas el silencio de la tarde del día de fiesta, apacible y triste. 
Y mientras el señorío del pueblo torna del paseo; mientras los mozos campesinos terminan el partido de pelota, y más animado está el baile en la plaza, y más llenas de gente las tabernas y las sidrerías; mientras en las callejuelas, negruzcas por la humedad, comienzan a brillar debajo de los alegres salientes las cansadas lámparas eléctricas, y pasan las viejas, envueltas en sus mantones, al rosario o a la novena, en el negro quechemarín, en el patache cargado de cemento, sigue el acordeón lanzando sus notas tristes, sus melodías lentas, conocidas y vulgares en el aire silencioso del anochecer. 
¡Oh la enorme tristeza de la voz cascada, de la voz mortecina que sale del pulmón de ese plebeyo, de ese poco romántico instrumento!
Es una voz que dice algo monótono, como la misma vida; algo que no es Gallardo, ni aristocrático, ni antiguo; algo que no es extraordinario ni grande, sino pequeño y vulgar, como los trabajos y los dolores cotidianos de la existencia. 
¡Oh la extraña poesía de las cosas vulgares! 
esa voz humilde que aburre, que cansa, que fastidia al principio, revela poco a poco los secretos que oculta entre sus notas, se clarea, se transparenta, y en ella se traslucen las miserias del vivir de los rudos marineros, de los infelices pescadores; las penalidades de los que luchan en el mar y en la tierra, con la vela y con la máquina; las amarguras de todos los hombres uniformados con el traje azul sufrido y pobre del trabajo. 
¡Os modestos acordeones! ¡simpáticos acordeones!
vosotros no contáis grandes mentiras poéticas, como la fastuosa guitarra; vosotros no inventáis leyendas pastoriles como la zampoña o la gaita; vosotros no llenáis de humo la cabeza de los hombres, como las estridentes cornetas o los bélicos tambores. Vosotros sois de vuestra época: humildes, sinceros, dulcemente plebeyos, quizá ridículamente plebeyos; pero vosotros decís de la vida lo que quizá la vida es en realidad: una melodía vulgar, monótona, ramplona, ante el horizonte ilimitado.

Nievecita Vita, la princesa del acordeón.

-¿Te gustó Nievecita?
- No tío Clarito, ¡no entendí un catso!
-Bueno no pasa nada, lo único que importa es: que vos sos Nievecita Vita la number one del acordeón. Te quiero mucho, Dobru noc.
-Buenas noches tio Clarito. ❤️

jueves, 6 de junio de 2024

Breves experiencias en Peronia, Doctor Humano

 En una sala de espera de la guardia, hay dos señoras, muy enfermas, esperando ser atendidas 

Señora 1: Buenos días, señora. ¿Hace mucho esta esperando?

Señora 2: y... hace dos horas, querida. Siempre es igual acá. ¿Qué le anda pasando?

Señora 1: Estoy con mucho dolor de cabeza y hasta me sangró la nariz. Espero no sea nada grave.

Señora 2: (con tono de consuelo) Tranquila, ya la van atender. Yo estoy aquí porque me bajó la presión en la calle y me lastimé al caer, vine a que me dieran un calmante.

Pasó una hora más y llaman a la señora 2.

En el consultorio del Doctor Humano, la señora toma asiento.

Doctor humano:  (con tono soberbio) ¿Por qué vino a la guardia señora?

Señora 2: Buenos días, doctor. Me bajó la pre...

Doctor humano: (interrumpiendo y con tono despectivo) Tómese un paracetamol y haga reposo. Hasta luego.

Señora 2:(Suplicando)Doctor, por favor. Escúcheme. Vine porque me bajo la presión y esperaba que usted me de la pastilla para eso y un calmante que no me haga mal al estómago.

Doctor humano: (Con Indiferencia) Señora no me diga cómo tengo que hacer mi trabajo, ahora váyase que hay más gente esperando.

La señora 2 se levanta desconsolada y se va a comprar el paracetamol.

Entra señora 1, que mientras esperaba su turno, vomitó en la sala de espera. Palida y débil se sienta en la silla frente al Doctor.

Doctor Humano: ¿Para qué vino a la guardia?

Señora 1: (con lágrimas en los ojos por el dolor): Buenos días, doctor. Me siento muy mal. Me sangró la nariz, vomité y se me parte la cabeza.

Doctor Humano: Paracetamol y reposo. que se mejore señora. ¡SIGUIENTE!

Breves experiencias en Peronia, país con buena gente.

En un país de más de doscientos años un grupo de policías custodian la cuadra.
Policía 1: ¿viste el partido de River?el director técnico es un desastre.
Policía 2: Sí concuerdo.
Policía 3: Horrible.
Una señoria de aspecto cansado se acerca, con mirada de preocupación.
Señora: Buenos días, oficiales. ¿Me podrían ayudar con una dirección?
Policía 1 (Con mala cara): Sí, dígame.
Señora: Me gustaría saber cómo llegar a la calle 1 entre 2 y 4.
Policía 1 (consternado): La verdad, señora, no tengo la menor idea.
Policía 2: Yo la verdad tampoco, disculpe.
Policía 3: Vaya a preguntarle a algún kiosquero, señora, estamos laburando acá.

Fin.