martes, 24 de diciembre de 2019

La noche eterna

Les contaré algo muy personal para mí.
Les hablaré de mi enfermedad. Esa enfermedad que poco a poco me consume. Es un tanto diferente a otras enfermedades, ya que esta no es causada por ningún virus o bacteria.
Tengo el alma desgarrada. Tengo un vacío en el pecho. Estas sensaciones van acompañadas de una confunsión universal y llantos nocturnos.
Esta enfermedad tiene su raiz en un hecho traumático. 
Cuando falleció mi madre, se fue con ella algo de mí. Cambié, y para mal. Con su partida mi alma contrajo esta enfermedad. Una enfermedad temible, fuerte ante cualquier tratamiento, esta te va a matando de a poco, te saca la esperanza, te arrebata todo lo que alguna vez fue parte de vos.
Tambien te aleja de tus seres queridos al igual que las adicciones.
¿Seran estas negativas sensaciones una adicción o un autocastigo?.
Vale aclarar tambien que cargo una culpa imaginariamente real. Fue un error. Yo firmé el consentimiento para que mi madre pase por ese quirofano que deparo un destino cruel. Yo como único hijo mayor de edad presente (tenía 18 años). Mi primer responsabilidad termino en muerte. Aunque, sino firmaba yo lo iba a hacer algún otro familiar por eso digo que es culpa es imaginaria pero tambien es real porque la cargo.
Ese fatídico 30 de Diciembre del 2014. Perdí a la persona que me dió la vida.
Esa fecha me enfermé.
Estoy muriendo mi vida enlugar de vivirla. Estoy castigandome y victimizandome una y otra vez, hay veces que no quiero despertar, porque en mis sueños, desde aquel día, sueño con ella. Cruel castigo, quizas inconsciente porque no creo en lo espiritual. 
Cada día que pasa me desgarro un poco más. El dolor no lo calma nada. Ni siquiera el haber conocido al amor de mi vida, flor de invierno que también perdí. Que perdí por no sentirme emocionalmente listo y que perdí por esta depresión de mierda.
Sin vueltas, por más que lo intento esta enfermedad me está ganando la pulseada.
Sé que hay mucho que entenderan sobre la depresión ya que es una enfermedad que padece mucha gente en la sociedad del siglo XXI.
También sé que otros no lo entenderan, y me juzgarán y acusaran de "victimizarme" y "exagerar".
En fin, con esto no busco conscientizar ni nada por el estilo. 
Solo quería descargarme ya que ni siquiera puedo llorar porque estoy seco de tanto hacerlo.

Noche buena de aquellas

Una familia se juntó a cenar por la noche buena, era uno de los pocos días del año en el que habían juntado.
Un caso de una familia muy poco unida.
Donde estaban todos enojados con todos.
Pero por ser noche buena, la hipocrecía invadía todos sus corazones, e iban con una careta sonriente en sus rostros.
'¿qué haces como va el trabajo?', '¿cómo va la facu?', '¿y tu novia no viene hoy?'.
En fin, la familia hipocrates, si como el pensador griego, de la nada todos se quisieron, se interesaron los unos a los otros. ¡Pero ojo! El celular en la mesa nunca iba a faltar. Maldito celular, te robaste el poco encanto que estas reuniones tenian, ese encanto de mentirita que le daba un toque especial a la noche.
¿qué hay de comer? Vitel toné  y bondiola para hacerse en sandwich o sino distintas ensaladas para acompañar.
La única persona que solía hacer estas fiestas mejores era la persona que ya no está. Esa madre de dos niños y dos hombres que partió a un viaje eterno en las visperas de fin de año del 2014.
La hermana de tres hermanos que la adoraban. La novia de un hombre que tuvo un hijo precioso con ella. 
Que mágica que era, sacaba sonrisa hasta al más infeliz.
Pero bueno, ella ya no está.
Y esas noches buenas perfectas algún día volverían con un tinte nuevo, con nuevos hijos y sobrinos, con nuevos matrimonios o noviasgos. ¿Será que la hipocrecía se podrá dejar a un lado?
Ojala.

domingo, 22 de diciembre de 2019

Un día cualquiera

Un sabado al mediodía, en parque centenario. Había mucha gente, tomando sol, jugando a la pelota, tomando mate, etc.
Yo me había comprado un libro, "Los ojos del perro siberiano".
Estaba dispuesto a leer el libro sentado en uno de los bancos que dan al lago del parque. Pero mi atención fue a parar a esa muchacha de ojos marrones, cabello lacio hasta los hombros y de color negro, algo rellena. Dios mío, como me atraía esa muchacha.
Me nuevo objetivo era entablar una conversación con ella.
Es más, estaba pensando sobre que podía hablarle.
De la nada noté que tenía en su remera un cita de un libro, ¡LOS OJOS DEL PERRO SIBERIANO!. Mi libro favorito.
Me acerqué, algo tímido le dije 'que linda remera'.
Ella de forma tajante me respondió 'gracias, ¿necesitas algo?'.
Esa frialdad me atraveso como una bala de largo calibre. ¿Por qué había pasado esto? .
Que chica más cruel resultó ser. Ya resignado y con un vacío en el pecho agarré mis cosas y me fuí por Angel Gallardo hasta mi hogar.

martes, 17 de diciembre de 2019

En blanco y negro

Desde chico he tenido este sueño una y otra vez. Me daba terror pensar en ello, recordarlo.
Todo pasaba en una avenida familiar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Mucha gente y muchos autos. Pero lo extraño era que no había sonido y estaba todo en blanco y negro. Como esas peliculas antiguas, donde actuaba Chaplin, que eran mudas.
En el sueño estaba yo parado en la vereda con mi madre y con mi padre.  Tenía el aspecto de cuando era un niño de 5 años.
También podía ver muchas personas, pero estas no tenian rostro. Ya al principio del sueño tenía una sensacion indescriptible, como un vacío en el pecho y mucho frío.
Seguido me venía un pensamiento '¿dónde está Axel?' Mi hermano mayor.
Desesperado empecé a mirar en todas direcciones buscándolo. Pero nada.
Luego de horas (en el sueño), yo estaba exhausto y me dí cuenta de que ahora el que estaba perdido era yo.
Ahora no estaban ni mi hermano, ni mi mamá y tampoco mi papá.
Tenía mucho miedo, estaba llorando y nadie podía oirme ya que de mi boca no nacía ningún sonido.
Horas ficticias despues, lo pude ver Axel estaba cruzando una calle y se había olvidado de mirar hacias los lados (como nos enseñan los adultos mayores).
Un auto lo atropelló, lo mató.
¿por qué no había escuchado mis gritos? ¿por qué cruzó igual?

En ese momento, yo volvía a mi realidad. Lo primero que hacía era mirar en la cama de arriba para corroborar que mi hermano estaba sano y salvo.
Es una pesadilla que me atormentó hasta los 15 años.
Hoy en día, para mi suerte, ya no recuerdo mis sueños.


lunes, 16 de diciembre de 2019

Una noche de locos

Esto ocurrió en Julio del 2019, a las 3 de la mañana. Era una noche  similar a aquellas noches de frio eterno del glaciar Ártico.
Yo estaba viviendo en una casita en Miguel Lanus, un barrio ubicado en las afueras de Posadas.

Ay que nostalgia al recordar esas tierras coloradas, esa mañanas con popurrí de chamame y un mate amargo que despertaba hasta al más vago.

Lo siento me fuí por las ramas. Volviendo a esa noche. Yo iba por el primer sueño, durmiendo sobre los helados fierros de la cama (no tenía colchón), y tapandome con ropa sucia ya que tampoco tenía frazadas y sabanas. 
Iba todo muy bien había dejado mis preocupaciones, de no haber conseguido laburo a un lado y habia logrado dormir con las incomodidades de la situación.
De repente, unos cuantos ladridos de unos perros iracundos atrajeron la atención de mis dormidos oidos. Y con una sensación amarga abrí mis ojos irritados.

"¿qué miércoles pasa?" Pregunte a lo oscuro, seguido me calzé mis zapatillas  de color azul Y salí a la interperie.

Que frío tan penetrante me abrazó desprevenido. Con miedo salí a la calle a ver el porque la furia de esos escandolosos perros.

Para mi sorpresa, estancado del miedo en una zanja había un cerdo, muy grande por cierto, rodeado por los dueños de esos gritos de guerra.

Confuso por la situación y el sueño, entre a mi casa para agarrar unas salchichas, que me habían sobrado, para atraer la atencion de los perros.

Bingo lo había logrado, pero todavía faltaba sacar al cerdo de su atasco y su miedo.
¿qué podía hacer yo? Un porteño que vivía hace unas semanas allí en la provincia de Misiones; y que ademas jamas había visto a un chancho en persona.

Inocente de mí, lo llamaba como si estuviera llamando a un perro, esperando que este viniera hacia mí. No hubo respuestas.
Agarre un rama para empujarlo de atras, solo logré que el cerdo se asustara más.
Agarré una manzana esta vez para atraer al pobre, no hubo respuesta.

Resignado, frustrado, confundido, desconcertado y cansado volví a mi casa para intentar dormir de nuevo.

Mi intención no era dejarlo allí solo a su suerte. Pero ya no sabía que hacer.

Al día siguiente, ese pobre ya no se encontraba más y los perros estaban esperandome contentos esperando más comida de mi parte.